Ya no se trata solamente del costo del pasaje, sino también de la salud de los usuarios del transporte público. Viajar en camión se asemeja a ir en una cámara de gases, donde las personas están sometidas a altos niveles de dióxido de carbono y decibeles, además de estrés, insolación, golpes de calor y molestias en ojos y oídos. Estos son algunos hallazgos del estudio “Bienestar y percepción subjetiva en estudiantes universitarios, usuarios de transporte público del Área Metropolitana de Guadalajara, Jalisco, México”, elaborado por profesores y alumnos de la maestría en Ciencias de la Salud Ambiental, del Centro universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), de la UdeG. La doctora Martha Georgina Figueroa-Montaño –una de las participantes del estudio–, describió que las unidades del transporte público presentan una deficiente calidad del aire en su interior, con parámetros por encima de los valores recomendados; por lo cual los usuarios, estudiantes y choferes, se encuentran expuestos a condiciones que representan riesgos para su salud. Los sistemas respiratorio, auditivo, ocular y musculo-esquelético son los más susceptibles de sufrir las secuelas. A esto se suman las condiciones materiales de las unidades de transporte, a la mala calidad ambiental interior y el costo económico que representa el transportarse, añadió Figueroa-Montaño. “De acuerdo con los resultados, se puede concluir que al interior de las unidades de transporte público persisten condiciones que no favorecen el bienestar y confort durante los traslados, y que existen factores de riesgo a la salud, como la exposición a material particulado por su ingreso al sistema respiratorio. La exposición al ruido, que rebasa los límites recomendados y las concentraciones de dióxido de carbono, muestran claramente que no hay una buena calidad del aire interior; asimismo, los valores de sensación térmica, indican que existe un estrés térmico durante los traslados de los estudiantes”, agregó. La especialista dijo que, según diversos estudios, las personas que realizan sus traslados por medios de transporte público pueden presentar exposiciones de 12 por ciento para material particulado (partículas en suspensión), y 30 por ciento para carbono negro. El estudio, que es único en su tipo en todo el país, incluyó 333 entrevistas, se evaluaron las condiciones de la calidad del aire interior de cuatro unidades del transporte público y las afectaciones al bienestar subjetivo de estudiantes universitarios que utilizan este transporte. Los sujetos analizados refieren que presentaron molestias respiratorias, auditivas, oculares y musculo–esqueléticas en más de una ocasión durante sus traslados hacia los centros universitarios, así como en el viaje de regreso. Además, la ventilación de las unidades es de regular a mala, y el ruido produce contrariedades. Otro factor que afecta a la salud física o psicológica es la mala calidad de los asientos, la basura en las unidades y el maltrato de algunos choferes, además de que se pierde bastante tiempo en los traslados y afecta a la calidad de vida, aunado al costo. Entre las recomendaciones del estudio están la creación de una norma que permita no más de 55 pasajeros en las unidades, incrementar el flujo de rutas en horas pico, respetar paradas oficiales para eficientar uso de combustible, poner en marcha el pago electrónico en todas las unidades, revisar periódicamente el estado de las ventanas y colocar cortinillas para reducir la exposición a la radiación solar. Otra propuesta es que los choferes se hidraten, sobre todo en el horario de 14:00 a 17:00 horas, con el fin de reducir los síntomas de estrés térmico y evitar lo más posible los horarios pico con el propósito de reducir
exposición a contaminantes de origen vehicular. En el estudio participaron, además, los doctores Arturo Figueroa Montaño, Martha Georgina Orozco Medina y Valentina Davydova-Belitskaya; además de la estudiante Perla Sánchez Torres; todos de la maestría en Ciencias de la Salud Ambiental del CUCBA.
Texto: Julio Ríos
Fotografía: Archivo