Quienes los consumen buscan experimentar un viaje psicodélico y, en algunos casos, alcanzar experiencias religiosas o de autoconocimiento. Son los hongos alucinógenos, especies que crecen de forma silvestre en espacios naturales o campos, y cuyo consumo sigue vigente. La encargada del Laboratorio de Micología, del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), doctora Laura Guzmán Dávalos, aseguró que hay desinformación sobre estos hongos; de entrada, desde la legalidad. “Aunque la ley los tiene catalogados como ‘droga’, realmente no lo son, porque los hongos alucinógenos no causan adicción. Por eso, muchos grupos originarios los han podido utilizar desde hace siglos. El problema es cuando quienes los consumen lo hacen junto con otro tipo de sustancias, que sí puedan provocar adicción, o sí puedan convertirse en droga”, explicó. Esta académica busca dar a conocer información sobre estas especies desde una mirada científica, cultural, de los efectos en la salud humana, e incluso en el plano legislativo. “La ley sí los considera droga, entonces su posesión, venta y uso sí está penado”. En México hay 55 especies de los también llamados hongos psilocibios, que según Guzmán Dávalos fueron descubiertos para la ciencia en México a partir de 1950. “Se pensaba que sólo había en México, pero también hay en Australia, Estados Unidos de América, África, Europa, Sudamérica; incluso, se piensa que puede haber más especies de hongos en América del Sur que las que hay en México. Aún faltan por descubrir. En general, se estima que sólo conocemos 5 por ciento de todas las especies de hongos que hay en la Tierra”, explicó. Sobre la tardanza de su descubrimiento, la especialista del CUCBA justificó que, desde la llegada de los españoles, muchas prácticas tradicionales, como comer estos hongos, fueron ocultas por su satanización, e incluso vinculadas al consumo del peyote, por lo que los hongos estuvieron fuera de la mira. “En las culturas antiguas, aunque no se tenga registro, debe de haber habido un uso recreativo de los hongos más allá de lo espiritual, esto no es nuevo. Tal vez ahora está más difundido, pero no es como para decir que estas prácticas han causado problemas”, externó. Pueblos antiguos de México como mazatecos, zapotecos, nahuas y en otras poblaciones de África, España y Alemania, se ha identificado que en el pasado se consumían hongos de este tipo. Descartó que la recolección de hongos no es una práctica que amenace la prevalencia de las especies, dado que el verdadero hongo es el llamado micelio, que es el aparato vegetativo que le sirve para nutrirse y que se encuentra en la tierra o el tronco de un árbol, mismo que ahí permanece. Impactos en la salud Aunque se ha demostrado que los hongos alucinógenos no causan adicción, sí generan repercusiones en el organismo, refirió la investigadora. Además de generar ilusiones, sinestesia (oír los colores o ver los sonidos) y alucinaciones, otros efectos de los hongos alucinógenos son presión sanguínea baja, dolores abdominales, vértigo, sudoración, debilidad muscular, depresión, euforia, entumecimiento y confusión; mismos que podrían agravar otros padecimientos que tenga la persona que los come.
Guzmán Dávalos explicó que para el caso de individuos propensos a tener alguna enfermedad mental, el consumo de estos hongos tendría que ser vigilado. “Actualmente, tienen un uso en psiquiatría y en enfermedades neuronales; ahí ya se sabe que tienen una aplicación”, dijo. Resaltó la importancia de que se tenga pleno conocimiento de los alcances de los hongos y acciones para la disminución de riesgos. “Sí se debería tener un conocimiento para consumirlos. Las personas deben de estar en cierto estado de ánimo para no tener un viaje desagradable. Aunque no lo recomiendo, si ya se va a consumir, es necesario que no lo hagan solos, siempre se debe estar acompañados”, dijo la doctora. Otro riesgo es que deben conocerse cuáles son los hongos alucinógenos, porque suelen ocurrir confusiones y se corre el riesgo de intoxicación. La doctora Guzmán Dávalos brindará una charla sobre el tema, este viernes 27 de septiembre, a las 18:00 horas, en la librería Carlos Fuentes de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco Juan José Arreola.
Texto: Iván Serrano Jauregui
Fotografía: David Valdovinos | Jorge Alberto Mendoza