Tanto madres como padres adoptivos poseen los componentes neuronales para desarrollar conductas de crianza y cuidado de los hijos, así lo destacan estudios sobre cómo responde el “cerebro maternal” a estímulos emitidos por el bebé, realizados por investigadores del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), de la UdeG. “Hay una gran cantidad de mujeres adoptivas que tienen la capacidad, son tan eficientes como las mamás biológicas para criar un bebé; inclusive, desarrollan los lazos afectivos de apego maternal similares”, dijo la académica del Instituto de Neurociencias del CUCBA, doctora Marisela Hernández González. Y aunque no han efectuado trabajos en homosexuales y lesbianas, poseen los mismos circuitos neuronales responsables del cuidado y desarrollo de afecto y apego hacia los infantes, añadió. En este caso, como en cualquier tipo de familia, su crianza debe de estar acompañada de un buen clima emocional y afectivo. La anterior información es relevante, ya que en México hay once tipos de familia dividida en tres grupos: la tradicional, en transición y emergente, de acuerdo con el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. La primera, que representa 50 por ciento de los hogares mexicanos, está integrada por papá, mamá, hijos y otros parientes. Los hogares mexicanos encabezados por madres solteras representan 16.8 por ciento; papá sólo con hijos, 2.8 por ciento y parejas del mismo sexo, 0.6 por ciento, entre otros, plantea dicho estudio. En la ciencia, los investigadores emplean el término “cerebro maternal” para explicar que las madres biológicas registran cambios hormonales y funcionales; por ejemplo, tras el parto, aumenta la oxitocina y otras hormonas relacionadas con el apego y el afecto, explicó Hernández González. El cerebro humano posee un sistema que se activa ante estímulos como una pareja sexual, alimentos apetitosos y la sonrisa o llanto de los críos, los cuales generan cambios cerebrales y hasta hormonales que permiten que los sujetos estén aptos para responder. Han detectado que el funcionamiento cerebral es similar en madres biológicas y adoptivas, pero no igual, es decir, las primeras fueron más sensibles a las risas del bebé y las segundas tanto a la risa como al llanto; en el caso de las no madres fue diferente, ya que no presentaron cambios electroencefalográficos, y les resulta más aversivo el llanto.
En estudios con ratas hembras vírgenes comprobaron que desarrollaron conductas maternales, y aunque en los primeros días no aceptaban a los críos impuestos, hacia el quinto día les hicieron nido, los acarrearon, los lamieron y se echaron sobre ellos. Los machos pueden desplegar este comportamiento, pero tardan un poco más. Para la investigadora del Departamento de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), doctora Celia Magaña García, en la actualidad existe una mayor visibilidad de ciertos tipos de familias, como las parejas del mismo sexo. Opinó que aunque aún son minoría en términos cuantitativos, no se deben desdeñar sus derechos, incluso de formar una familia. “El hecho de suscribir en el imaginario un concepto unívoco de familia: papás e hijos, puede significar no sólo el menoscabo de derechos, que es la cosa más importante, sino que puede significar un tremendo sufrimiento para las personas que no puedan cumplir con ese ideal culturalmente arraigado todavía, y la realidad es mucho más diversa”, destacó Magaña García. Texto: Eduardo Carrillo Fotografía: Abraham Aréchiga