Rastrean en ZMG presencia de clamidia en cotorras invasoras de Sudamérica

Investigadores del CUCBA han detectado a la cotorra argentina en casi toda el Área Metropolitana de Guadalajara

Pequeño, verde y aparentemente tierno. Así es el perico monje, también conocido como cotorra argentina (Myiopsitta monachus), una especie de ave oriunda de Sudamérica que ahora se considera invasora en México y puede ser portadora de bacterias que causan enfermedades como la clamidia.

Para determinar si la cotorra argentina es portadora de esta enfermedad, desde el Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la UdeG se trabaja en el rastreo y detección de estas aves en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG).

El doctor Francisco Martín Huerta Martínez, investigador del CUCBA, explicó que ya se han documentado los daños que provoca esta especie a Áreas Naturales Protegidas, y ahora se busca analizar a especímenes de Guadalajara para determinar si son portadoras de la bacteria Chlamydia psittaci.

“El riesgo más grave es saber cuál sería la proporción de estas cotorras que son portadoras de una bacteria que potencialmente puede brincar al hombre. Estoy hablando de la Chlamydia psittaci, que es una bacteria que causa neumonía en el hombre y que puede llegar a ser muy grave, incluso causar la muerte”, alertó.

La cotorra argentina fue introducida en México a mediados de los 2000, es de color verde, ligeramente más grande que el perico australiano y tiene un plumaje blanco o grisáceo en su pecho, además de presentar algunas plumas azules en alas y cola, dijo.

Esta ave construye sus nidos en árboles altos, constituyendo colonias de hasta ocho parejas que pueden llegar a poner tres huevos cada tres meses, con un alta tasa de éxito al empollar las crías. 

Huerta Martínez detalló que se ha documentado la presencia de esta especie en casi toda Guadalajara, principalmente en los parques González Gallo y Metropolitano, así como en las zonas de Periférico y Calzada Independencia, y Periférico y avenida López Mateos.

“Están presentes prácticamente en todo el mundo; en México hay 97 ciudades que tienen presencia de cotorra argentina”, indicó.

Prevención y cuidado

Aunque esta cotorra no representa una amenaza para cotorros nativos de Guadalajara, sí puede llegar a desplazar a otras especies de aves como loros, palomas o zanates, debido a su comportamiento agresivo, alertó Huerta Martínez.

El investigador detalló que actualmente realizan un estudio en conjunto con el Centro Metropolitano de Conservación de Vida Silvestre para conocer la percepción de la gente respecto al control animal de esta especie.

“La gente que entrevistamos no cree que la cotorra sea un peligro, todos la perciben como una especie muy bonita y les gusta que esté en los árboles cercanos; les dan de comer en las tardes y mañanas, pero lo que no saben es que esto puede traer riesgo”, enfatizó.

Posteriormente se planeará una etapa de educación ambiental dirigida a la sociedad. Con esta estrategia se buscará informar sobre las consecuencias de las especies invasoras y su tratamiento para evitar un desequilibrio ambiental en la ciudad.

Por ahora, el investigador descarta que sea necesaria una campaña para sacrificar ejemplares, y considera que aún es posible generar un control de esta especie si se evitan las condiciones que faciliten su reproducción.

Exhortó a la gente a no alimentar a estas aves y a evitar liberarlas si se tienen en cautiverio como mascotas; además, recomendó usar cubrebocas en aquellos lugares donde se perciba la presencia excesiva de la cotorra argentina.

“Una de las primeras medidas que tenemos que hacer es concientizar a la sociedad para que no alimente a estas aves y que ellas procuren su propio alimento de manera natural, eso les metería presión y a lo mejor las tasas de reproducción se reducirían”, externó.

 

 

Atentamente
“Piensa y Trabaja”
“30 Años de la Autonomía de la Universidad de Guadalajara y de su organización en Red”
Multitemáticos”
Guadalajara, Jalisco, 9 de febrero de 2024

 

Texto: Pablo Miranda Ramírez
Fotografía: Fernanda Velázquez | Cortesía CUCBA